![](leonidastrujillo.jpg)
No
hay
evidencia
ni
escrita
ni
verbal
que
pueda
testimoniar
que
el
presidente
electo
en
1930
en
la
República
Dominicana,
y
que
tomó
posesión
a
mediado
de
ese
mismo
año
visitara
la
ciudad
de
San
Pedro
de
Macorís,
antes
del
3 de
mayo
de
1933,
me
refiero
a
Rafael
Leónidas
Trujillo
Molina,
quien
después
se
convirtiera
en
un
despiadado
tirano,
que
sometió
la
nación
a
los
más
viles
y
bajos
designios.
Por
eso,
después
de
tres
años
de
estar
en
el
poder,
y
evidentemente
en
busca
de
un
respaldo
reeleccionista,
Trujillo
Molina,
decide
venir
a la
provincia
de
San
Pedro
de
Macorís,
lo
que
se
convirtió
en
un
gran
acontecimiento
en
el
que
se
hicieron
dos
ceremonias,
una
en
el
Ayuntamiento
del
Municipio
Cabecera,
y
otra
en
el
Cuerpo
de
Bomberos
Civiles.
En
una
se
le
declaró
hijo
adoptivo,
y en
la
otra
los
bomberos
le
condecoraron
y le
rindieron
honores
con
una
parada
al
estilo
militar.
Para
el
mes
de
abril
es
enviada
una
notificación
al
gobernador
de
la
provincia
de
entonces
Francisco
Augusto
Cordero,
haciendo
saber
que
el
presidente
de
la
República
Rafael
Trujillo
Molina,
venía
a
visitar
la
ciudad
de
San
Pedro
de
Macorís,
esto
era
un
gran
acontecimiento,
porque
el
presidente
Trujillo
en
sus
tres
años
de
gestión
no
había
visitado
la
Sultana
del
Este
y
para
tal
ocasión,
había
entonces
que
realizar
un
gran
acto.
Pues
el
gobernador
conjuntamente
con
el
Ayuntamiento
presidida
su
sala
capitular
por
el
respetado
munícipe
Adolfo
Frappier,
deciden
conformar
una
comisión
mixta
para
presidir
y
organizar
los
actos
de
dicha
visita.
En
ella
quedó
incluido
también
el
sindico
Arturo
Alburquerque,
quien
había
sido
gobernador
en
tiempos
de
Horacio
Vásquez.
Para
tal
ocasión
la
sala
capitular
en
sesión
celebrada
el
25
de
abril
de
1933,
nombró
una
comisión
también
compuesta
por
dos
regidores:
Pedro
Pérez
Garcés
y
Damián
Oliver
Pino,
los
que
tendrían
que
entrevistarse
con
el
Primer
Jefe
del
Cuerpo
de
Bomberos
Civiles,
Coronel
Santiago
Ricart,
para
saber
los
detalles
del
homenaje
que
harían
los
miembros
de
esa
institución
al
presidente
Trujillo.
No
sabemos
por
qué
en
esa
misma
sesión
de
la
sala
capitular
se
establece
en
el
acta
que
el
29
de
abril
sería
declarado
festivo,
si
la
visita
de
Trujillo
se
pautó
para
el 3
de
mayo
del
año
en
curso.
Cito:
“Declarar
día
festivo
el
próximo
29
de
abril
en
curso,
con
motivo
de
la
llegada
a
esta
ciudad
del
honorable
presidente
de
la
República
General
Rafael
Leónidas
Trujillo,
y
publicar
en
la
prensa
dicha
Resolución”
Sin
embargo,
se
verifica
que
la
sala
capitular
se
reunió
de
nuevo
dos
veces
consecutivas
de
manera
extraordinaria,
precisamente
el
29
de
abril,
una
sesión
a
las
10
de
la
mañana
y
otra
a
las
once
de
la
mañana
del
mismo
día,
en
la
primera
se
trató
un
único
punto
que
fue
la
resolución
donde
se
declaraba
hijo
adoptivo
de
San
Pedro
de
Macorís
al
presidente
Trujillo
y
que
la
misma
dice
así:
“El
ayuntamiento
de
la
común
de
San
Pedro
de
Macorís
República
Dominicana
Por
gratitud
i
por
deber
en
atención
a
que
el
general
Rafael
Leónidas
Trujillo
Molina
fue
por
muchos
años
nuestro
munícipe,
i
durante
su
permanencia
en
esta
común,
en
el
ejercicio
de
sus
funciones
militares
fue
ejemplo
de
estricta
disciplina
y de
absoluta
sujeción
a la
ley,
contribuyendo
eficazmente
a la
conservación
del
orden
publico
i a
que
después
ejerciendo
la
primera
magistratura
del
Estado,
ha
observado
la
misma
laudable
conducta
y ha
expresado
sus
deseo
i
dado
pruebas
de
la
sinceridad
de
ellos
de
cooperar
al
progreso
de
esta
común:
RESUELVE:
A
unanimidad
de
votos
distinguir,
como
se
distingue
con
el
título
de
hijo
Adoptivo
de
la
común
de
San
Pedro
de
Macorís.
Dado
en
la
sala
de
sesiones
el
día
29
de
abril
del
año
1933”.
- A
unanimidad
y
puestos
de
pie
todos
los
regidores,
fue
acogida
esta
proposición
sobre
la
cual
los
presentes
expresaron
manifestaciones
del
más
vivo
entusiasmo,
en
reconocimiento
de
los
grandes
méritos
que
adornan
la
ilustre
personalidad
del
General
Trujillo.
-Se
acordó
al
propio
tiempo
hacer
entrega
del
Diploma
que
confiere
al
general
Trujillo
el
título
de
hijo
adoptivo
de
esta
común
en
la
recepción
que
tendrá
lugar
en
la
sala
capitular
el
próximo
miércoles
3 de
mayo
venidero
a
las
10
de
la
mañana.
Pese
a
que
Trujillo
Molina,
hasta
esa
fecha
era
un
presidente
legítimamente
elegido,
y
apenas
tenía
unos
tres
años
en
la
primera
magistratura,
la
redacción
de
las
motivaciones
para
declararlo
hijo
adoptivo
de
“la
común
de
San
Pedro
de
Macorís”
llevaban
ribetes
tangible
de
adulonería
hacia
alguien
que
28
años
más
tarde
seria
acribillado
por
su
condición
de
tirano
y
sátrapa,
y
quien
redujo
la
sociedad
dominicana
a
una
simple
propiedad
de
él,
su
familia
y
una
camarilla
de
adlátere.
Sin
embargo,
en
el
futuro
tirano
fue
latente
su
preocupación
para
la
fecha,
el
no
tener
mayor
presencia
en
esta
ciudad,
por
un
lado:
no
asistió
a
ninguno
de
los
actos
de
celebración
de
las
“bodas
de
oro
de
la
provincia”,
cuando
se
celebró
el
cincuentenario
con
bombos
y
platillos,
batintines
y
timbales
dicha
fecha
y a
la
que
fue
invitado
formalmente
mediante
un
telefonema,
y
esto
tiene
su
afirmación
en
un
fragmento
del
discurso
que
pronunció
el
miércoles
3 de
mayo
de
1933,
a
raíz
de
declararlo
hijo
adoptivo
de
la
Sultana
del
Este,
cuando
dice:
“…Macorís
ha
estado
latente
en
mi
pensamiento
a
toda
hora.
Empecé
por
donde
debía
comenzar:
Por
darle
paz
moral
a la
familia.
He
seguido
el
proceso
de
su
ritmo
económico
y
estudiado
de
lejos
sus
dificultades.
Me
dispongo
a
luchar
ahora
por
el
cambio
material
de
su
suerte”.
Y
como
todo
un
político
astuto
de
los
tiempos,
se
lanza
a
buscar
la
adhesión
reeleccionista
de
los
que
ya
habían
demostrado
estar
postrado
a
sus
intereses
de
quedarse
en
el
poder
y es
ahí
cuando
hace
el
anuncio
del
dragado
del
muelle
(que
no
fue
en
1932
como
afirman
algunos)
y la
construcción
del
puente
sobre
el
Rio
Higuamo:
“Estamos
en
víspera
del
dragado
de
este
puerto
contratado
por
una
compañía
cuyos
trabajos
iniciará
a
fines
de
mayo
(de
1933)
o en
los
primero
días
de
junio.
Las
dificultades
reinantes
por
la
falta
de
un
puerto
hábil
para
las
necesidades
urgentes
del
comercio,
cederán
en
corto
tiempo
al
feliz
arribo
de
los
barcos…”
“…
Otros
de
los
propósitos
que
me
traen
a
esta
provincia
cuyo
porvenir
ocupa
mi
atención
de
gobernante
es
el
puente
sobre
El
Higuamo,
obra
que
prometo
realizar
en
un
futuro
próximo.
Macorís
tendrá
también,
sobre
el
salobre
río,
su
gran
puente
de
hierro
que
anule
el
viejo
sistema
de
barcas,
rezagado
y
anacrónico.
Impropicia
es
la
hora
bajo
la
incierta
y
vacilante
economía
del
mundo
(aludía
la
gran
crisis
de
la
economía
estadunidense
de
1929),
para
realizar
todas
las
obras
necesarias;
pero
dentro
de
los
propios
recursos
naturales
con
que
cuenta
el
gobierno
que
presido
para
el
desenvolvimiento
de
sus
actividades
dentro
del
vasto
plan
de
acción
de
mi
política
haré
todo
lo
que
pueda
para
impulsar
la
riqueza
del
país,
base
de
su
futuro
engrandecimiento”.
No
hay
que
ser
adivino
ni
pitonisa
para
saber
que
este
anuncio,
en
medio
de
todas
las
personalidades
de
la
provincia,
autoridades
civiles
y
militares,
además
de
otros
invitados
de
la
región
Este,
y la
parafernalia
gobiernista,
arrancó
el
aplauso
de
todos
los
presentes,
y
los
vítores
estuvieron
a la
orden
del
día,
quedando
sellado
aquí
el
germen
de
la
reelección
de
Rafael
Leónidas
Trujillo
Molina,
para
el
próximo
periodo,
que
se
iniciaba
el
siguiente
año
de
1934.Y
esto
queda
demostrado,
en
el
apoyo
abierto
de
la
sala
capitular
de
San
Pedro
de
Macorís,
junto
al
de
Puerto
Plata,
a la
reelección
de
Trujillo
Molina,
teniendo
la
de
la
novia
del
atlántico
el
privilegio
de
ser
la
primera
en
pedir
dicha
repostulación
y la
nuestra
la
segunda.
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