![](dominguezcharro.jpg)
«Francisco
Domínguez
Charro
era
joven
y
pálido.
Dos
condiciones
interesantes
para
ser
poeta.
Amaba
sus
pañuelos,
siempre
perfumados
del
mar.
Y,
además
tenía
talento…
Era
delgado,
pero
daba
la
impresión
de
que
así
debían
ser
todos
los
hombres.
Y no
sólo
por
su
delgadez.
Era
de
una
estatura
esbelta,
coronada
por
un
cabello
muy
lacio
y
muy
negro,
un
mechón
siempre
colgante
a
una
ladera
de
la
frente,
con
frecuentes
incursiones
hacia
su
ojo
derecho…»
Así
describió
casi
fotográficamente
el
Poeta
Nacional
Pedro
Mir
Valentín
indistintamente
en
dos
artículos,
uno
publicado
en
el
periódico
La
Nación
el
12
de
febrero
de
1945
y
otro
en
el
vespertino
El
Nacional
el
21
de
Noviembre
de
1970;
a
Francisco
Domínguez
Charro,
a
quien
conoció
perfectamente
por
que
iniciaron
proyectos
literarios
juntos
y
anduvieron
por
las
calles
de
su
pueblo
natal
Macorís
del
Mar,
con
la
condición
a
cuesta
ambos,
de
ser
hijos
de
inmigrantes:
Domínguez
Charro
de
español
y
Mir
Valentín
de
cubano.
Domínguez
Charro
de
sobrenombre
Paquito,
diminutivo
del
apodo
de
su
padre,
quien
también
llevaba
el
nombre
de
Francisco,
fue
integrante
de
una
familia
de
10
hermanos,
cinco
hembra
y
cinco
varones,
criados
en
el
hogar
de
un
inmigrante
español
procedente
de
Castilla
del
que
ninguno
de
los
historiadores
de
Macorís
del
Este,
incluye
en
el
listado
de
los
originarios
de
“la
madre
patria”
y
solo
lo
hace
en
su
libro
Entre
las
nieblas
del
recuerdo,
el
señor
Ernesto
Armenteros
Seisdedos,
y es
razonable
que
lo
hiciera
porque
don
Paco
(Francisco
Domínguez),
trabajó
por
muchos
años,
en
el
almacén
de
los
Armenteros
como
encargado
de
la
maderería;
además
ésta
era
una
familia
también
de
inmigrantes
ibéricos.
Por
lo
que,
para
conocer
del
compromiso
social
y
político
de
la
poesía
de
Domínguez
Charro,
tendremos
que
incursionar
en
el
ambiente
en
que
se
desarrolla
la
infancia,
adolescencia
y
adultez
del
finado
poeta
petromacorisano,
de
quien
no
sólo
se
tiene
el
poema
Viejo
Negro
del
Puerto
como
texto
social
y
político,
sino
otros
de
los
que
veremos
más
adelante;
así
como
su
ideario
que
aparece
publicado
póstumamente
en
un
poemario
en
el
año
2005,
en
el
que
expone
algunos
conceptos
del
tema
que
toco.
Poemario
que
quedó
inédito
al
momento
de
su
muerte
en
1943,
pero
fue
escrito
en
1940
con
el
título
BARRO
PARA
UN
DESTINO,
en
el
que
expresa
en
unos
párrafos
de
introducción
a
los
que
titula
IDEARIO
DEL
AUTOR
lo
siguiente:
«Este
libro
ha
sido
escrito
en
nombre
del
principio
de
la
libertad,
y
está
dedicado
al
trabajo
digno
y
útil.
Tiene
el
espíritu
imperecedero
y
eterno
de
la
Democracia,
y
presume
la
proposición
indesplazable
de
que
es
imperativo
que
el
hombre
tenga
en
el
espíritu
los
kilates
de
masculinidad
y
valentía
que
le
permitan
practicar
obras
de
bien
colectivo,
y la
practique».
Pero,
retomemos
a
don
Pedro
Mir
en
su
artículo
del
21
de
noviembre
del
1970
publicado
en
el
diario
El
Nacional,
cuando
no
sólo
describe
el
físico
de
Domínguez
Charro
sino
también
la
clase
social
y
hasta
podría
interpretarse
la
raza
a la
que
perteneció:
«…Él
era
muy
blanco,
o
trigueño
como
decían
sus
padres
españoles.
Pero
no
era
rico.
Todos
los
demás
hijos
de
españoles
en
Macorís
eran
ricos.
Y
esto
vinculaba
a
aquel
muchacho,
que
tenía
todos
los
atributos
físicos
y
personales
para
ser
rico
en
Macorís,
a la
gente
sencilla,
a su
pueblo.
Con
esto
y un
talento
supremo
y
una
sensibilidad
de
luciérnaga,
compuso
su
poesía.»
Un
niño
que
perteneció
a
una
familia
de
diez
hermano,
donde
su
padre
además
de
trabajar
como
empleado
de
segunda
categoría
en
un
almacén,
tuvo
que
auxiliarse
de
otras
entradas
económicas
como
el
de
azogar
cristales
para
convertirlos
en
espejos.
Su
niñez,
adolescencia
y
parte
de
la
adultez
transcurren
residiendo
en
la
calle
Hostos
en
una
casa
de
madera
ubicada
a
menos
de
cien
metros
del
puerto,
ese
puerto
de
muelleros
hambrientos
y
explotados
el
que
describe
Justino
José
del
Orbe,
lugarteniente
de
Mauricio
Báez
de
esta
manera:
«El
inhumano
trabajo
que
se
realizaba
a
bordo
de
los
barcos
era
tan
brutal
que
los
portuarios
popularizaron
un
dicho
que
decía
“el
muelle
muele
hombres,
como
el
ingenio
caña”,
ya
que
este
trabajo
había
que
realizarlo
corriendo».
A
esos
hombres
que
de
seguro
vio
consumirse
en
la
tela
áspera
de
los
sacos
de
azúcar
de
300
libras,
a
ese
puerto
por
donde
no
sólo
entró
la
prosperidad
económica
sino
también
la
explotación,
en
su
libro
Tierra
y
Ámbar
le
canta
en
el
poema
titulado
ESTE
PUERTO!:
Puerto
lleno
de
cruces
y de
penas,
enconado
de
espinas
y
miserias
para
la
lucha
antigua
del
obrero:
Donde
cada
intención
que
me
nace
es
una
cuna:
que
nace,
que
agoniza
y
permanece.
Puerto!
Yo
sé
que
tú
comprendes
mi
viejo
renacer
alucinado
de
quillas
y de
estelas
yo
sé;
yo
sé
que
tú
me
entiendes
El
cuadro
social
que
envuelve
a
nuestro
vate,
aparte
de
que
le
acompañaba
la
situación
política
que
vivía
el
país,
con
la
dictadura
incipiente
de
Trujillo,
lo
va
comprometiendo,
tanto,
que
su
casa
era
visitada
con
frecuencia
por
el
líder
obrero
Mauricio
Báez,
quien
aunque
no
nació
en
San
Pedro
de
Macorís,
fue
su
desarrollo
en
esta
ciudad
y
era
un
año
menor
que
Domínguez
Charro,
por
lo
que
la
amistad
del
dirigente
malogrado
por
Trujillo
en
Cuba
(1950)
y el
poeta,
fue
bastante
profunda,
y es
así
como
descendientes
de
Paquito,
recuerdan
haberlos
visto
juntos
corrigiendo
y
compartiendo
discursos
que
el
sindicalista
pronunciaba
despues
en
el
Ingenio
Angelina,
Consuelo,
Porvenir
y
otros
centros
de
trabajo.
No
cabe
dudas,
estos
dos
hombres
caminaron
por
el
mismo
sendero
de
la
libertad
y la
justicia,
uno
en
el
compromiso
de
dirección
de
la
clase
obrera
en
busca
de
mejores
condiciones
de
trabajo
y el
otro
con
su
poesía
comprometida
en
la
ejecución
de
una
verdadera
democracia;
y
una
muestra
de
esto
es
que
según
refiere
el
historiador
Roberto
Cassá
en
su
libro
Mauricio
Báez:
Líder
del
Proletariado
«Mauricio
se
había
acercado
a
una
de
las
ramas
de
la
Asociación
Universal
para
la
Mejora
del
Hombre
Negro
(UNIA,
por
sus
siglas
en
inglés),
organización
acaudillada
por
Marcus
Garvey
que
propugnaba
por
el
gobierno
de
los
negros».
Y
más
aún,
este
movimiento
planteaba
el
regreso
de
los
negros
al
África,
donde
quedaría
constituido
aquel
utópico
gobierno;
veamos
entonces,
esa
encadenacion
de
ideas
entre
ambos
en
el
bien
conocido
poema
Viejo
Negro
del
Puerto
de
Paquito
Domínguez
Charro:
Viejo
negro
del
puerto!
Esta
noche
de
niebla
es
propicia
al
rito
mudo
de
su
fervor
atávico;
prende
tu
pipa
fuerte,
embriágate
de
trópico,
sumérgete
en
ti
mismo
y
apura
tu
nostalgia…
Escancia
la
tortura
de
tu
alma
en
un
festín
inmóvil
con
tus
ansias:
Insúflate
en
la
nada,
penetra
los
abismos
insondables,
fija
la
indescriptible
quietud
de
tu
mirada,
y
acorta
la
jornada
redentora
de
tu
retorno
al
África…
El
que
poetas
como
Federico
R.
Bermúdez,
Pedro
Mir,
y el
propio
Domínguez
Charro,
los
tres
nacidos
y
criados
en
Macorís
del
Mar,
comprometieran
su
poesía
socialmente
hablando,
no
es
cosa
fortuita,
ni
una
obra
del
espíritu
santos,
era
que
esta
sociedad
a
partir
de
1910
se
convirtió
en
el
centro
del
capitalismo,
y
aunque
habían
muchos
ricos
y
pocos
empresarios,
también
habían
muchos
pobres,
situación
que
empujaba
a
los
poetas
a
ver
las
cosas
distintas
a
como
lo
veían
los
demás
entre
riqueza,
pobreza
y
explotación
y
así
lo
deja
dicho
el
poeta
Víctor
Villegas,
en
unas
palabras
expresadas
en
la
puesta
en
circulación
de
un
poemario
de
nuestra
autoría
en
las
que
dice:
«Yo
particularmente
también
escribí
mucho
y
comencé
primero
con
el
romanticismo,
como
es
lógico
que
se
comience
por
ahí,
ya
que
tiene
muchas
características.
Pero
después
poco
a
poco
comencé
a
leer
a
poetas
de
San
Pedro
de
Macorís:
Federico
Bermúdez,
que
para
mi
fue
el
primer
poeta
de
carácter
social
que
hubo
en
el
país,
y
comencé
a
leer
a
Paquito
Domínguez
Charro,
a
Pedro
Mir,
que
también
eran
maestros
míos.
Entonces
me
di
cuenta,
por
la
manera
de
yo
enfocar
las
cosas,
que
yo
tenía
que
ver
la
división
que
había
en
San
Pedro
de
Macoris:
había
mucha
gente
rica,
había
muchas
gentes
bien,
mucho
dinero;
pero
había
mucha
gente
pobre,
sobre
todo
en
los
bateyes
de
los
ingenios
azucareros.
Había
una
desigualdad
muy
grande.
Entonces,
eso
nos
impactaba
a
nosotros
y
naturalmente
a
los
poetas,
y de
ahí
en
adelante
yo
comencé
a
escribir
poesía
de
carácter
social».
Es
por
ello
que
de
Domínguez
Charro
encontramos
en
su
libro
Tierra
y
Ámbar
un
poema
titulado
ESTE
ESCULTOR
DE
YUGOS
expresando
en
algunos
de
sus
versos
lo
que
sigue:
Pero
la
caña
dulce
que
hoy
prospera
en
los
campos
para
los
extranjeros,
será
para
el
nativo
sólo
un
amargo
símbolo
de
muerte!
Y la
herida
lineal
y
geométrica
que
va
abriendo
la
rueda
en
los
carriles
de
la
senda
esquilmada,
será
un
terrible
garabato
prieto
sobre
la
desolada
tierra
triste!
Y
esa
será
mañana
la
ruta
abandonada
de
tu
alegría
trigueña,
pobre
escultor
de
yugos!
Y
esa
será
tu
tierra
triste
y
trágica!
Los
esquemas
antidemocráticos
de
la
incipiente
dictadura
vislumbraron
la
rebeldía
no
sólo
en
Mauricio
Báez
y
sus
seguidores,
sino
también
en
Francisco
Domínguez
Charro,
amigos,
hermanos
y
hermanas,
y
aquella
vigilancia
constante,
cambió
un
día
cuando
fue
llevado
a la
preso
a la
cárcel
y
bajo
la
brutalidad
de
los
gendarmes
fue
golpeado
en
su
espalda,
acusado
de
la
elaboración
de
un
panfleto
contra
la
tiranía,
lo
que
profundizó
sus
problemas
de
las
vías
respiratorias.
No
cabe
dudas,
aquel
ambiente
de
explotación
y
miseria
en
el
puerto,
los
sinsabores
de
una
familia
de
inmigrante
de
padres
pobres,
la
represión
política
y
las
desigualdades
sociales
«eso
es
lo
que
ha
caracterizado
precisamente
a la
poesía
petromacorisana»
según
afirma
Víctor
Villegas
en
el
texto
ya
citado
y es
por
eso
que
Domínguez
Charro
expresa
en
su
ideario:
«Como
he
dicho,
es
indispensable
que
la
literatura
que
hagamos
–verso,
novela
o
teatro-
debe
contener
en
el
argumento
el
oro
extraído
de
la
mina
de
lo
popular
y
estar
situada
en
un
proscenio
cuyo
ambiente
tenga
aliento
americano
y
universal
en
el
que
debe
moverse
el
arte,
como
un
vehículo
de
expresión,
sincero
y
revolucionario,
que
pueda
recibir
la
materia
prima
propia
que
el
espíritu
arranca
al
drama
de
lo
vivido
para
hacerlo
universal
y
eterno».
Francisco
Domínguez
Charro
muere
en
el
crisol
del
camino
hacia
la
madurez
poética
1943,
con
la
experiencia
de
haber
compartido
con
poetas
de
la
estatura
de
Domingo
Moreno
Jiménez
padre
del
postumismo,
a
quien
le
admiró
tanto
que
le
escribió
un
poema
titulado
Génesis
Dos.
En
su
viaje
por
motivos
de
salud
a
Santiago,
algunos
dicen
que
huyendo
de
la
persecución
política,
escribe
a
los
campesinos
del
Cibao:
Campesino
del
Norte…relataban
tu
historia,
Pero
yo
la
he
olvidado.
Tu
fruto
cosechado;
recuerdo…
Que
ahuecaban
la
mano
-Todo
lo
dan
por
un
puñito
de
centavos-
Y
termina
este
poema
de
corte
social
con
el
mayor
sentimiento
de
denuncia:
Campesino
del
Norte!
Legislador
de
la
cámara
baja
de
rebaño.
Cuatro
siglos
de
olvido
es
el
único
dato
que
tengo
en
la
emoción
para
escribir
el
confuso
abecedario
de
tu
destino.
Déjame
decirte
adiós!
Y en
el
vértigo
de
la
distancia,
aún
me
llevo
el
recuerdo
de
tu
voz
como
otra
flor
que
se
marchita
en
fruto. |
|