"República
Dominicana ha tomado prestado 600 millones de
dólares a China".
Si bien la relación entre Beijing y América Latina
ha sido cordial y estrecha este siglo, la era pos-COVID
ha descubierto una imagen más “autoritaria” de
China, opinan analistas. El gobierno de Xi Jinping
ejerce una política exterior con “poder blando”,
advierten.
MARACAIBO, VENEZUELA
(VIPRENSA).-
La
República Popular de China aumentó este siglo su
influencia política y económica en América Latina
mediante una estrategia “hábil” de préstamos
milmillonarios sin precedentes a 19 países de la
región, según expertos.
Una investigación del centro de pensamiento Diálogo
Interamericano apuntó que bancos del Estado chino,
como el Banco de Desarrollo de China y el Eximbank,
entregaron más de 140.000 millones de dólares a
gobiernos latinoamericanos desde 2005. La cifra es
mayor a los créditos del Banco Mundial ni el Banco
de Desarrollo Interamericano en ese período.
Esa inyección de dinero forma parte de una política
de “acercamiento estrecho” de Beijing con los países
del tercer mundo, entre ellos África, Asia y América
Latina, expone el especialista venezolano en asuntos
internacionales, Félix Gerardo Arellano.
Los préstamos terminan siendo ejes de una política
exterior “hábil, creativa e inteligente” que
recuerda diversos planes de los gobiernos de Estados
Unidos, como la Alianza para el Progreso, ideada en
1961 por el presidente John F. Kennedy, o el Plan
Marshall, en 1948, para apoyar la reconstrucción de
Europa tras la Segunda Guerra Mundial, considera.
“Occidente se ha alejado del tercer mundo, ha
perdido la creatividad y el dinamismo, y China, a
medida que fue transformando y fortaleciendo su
economía, siguiendo un esquema de bajo perfil y de
la prudencia, desarrolló una política de
acercamiento estrecho con los países del tercer
mundo”, comenta en entrevista con la Voz de América.
Amplia cartera
La nación más privilegiada en la cartera de créditos
del país comunista es, a su vez, uno de sus mayores
aliados geopolíticos: Venezuela, presidida por el
socialista Nicolás Maduro, recibió 62.500 millones
de dólares entre 2005 y 2018, según Diálogo
Interamericano.
Brasil, con 30.500 millones de dólares, está ubicado
como segundo máximo beneficiario del dinero chino.
Ecuador, con 18.200 millones de dólares, y
Argentina, con 17.000 millones de dólares, les
siguen.
Bolivia también tomó 3.200 millones de dólares de
parte del Estado chino, mientras Jamaica, con 2.100
millones, y México, con 1.000 millones, hicieron lo
propio.
Luego, están Surinam (773 millones), República
Dominicana (600 millones), Trinidad y Tobago (491
millones), Costa Rica (435 millones), Cuba (369
millones), Guyana (248 millones), Barbados (170
millones), Antigua y Barbuda (169 millones), Bahamas
(99 millones), Granada (66 millones), Perú (50
millones) y Dominica (40 millones).
Los préstamos se concentraron esencialmente en el
sector de energía, con 94.600 millones de dólares;
de infraestructura (26.100 millones); y la minería
(2.100 millones).
Los vínculos de China con América Latina alcanzaron
así el estatus de una relación “muy especial” hasta
convertirse Beijing “en el principal financista” de
la región, incluso por encima de aliados
tradicionales, como Estados Unidos y Europa, apunta
Arellano.
“China, hábil e inteligentemente, ha sabido poco a
poco, sin mucho debate ni banderas ideológicas en un
principio, desarrollar una relación económica,
comercial y técnica” de alto calibre con una
considerable parte de las naciones latinoamericanas,
destaca.
El poder blando
La expansión financiera china en América Latina
desde principios de siglo entró “en una especie de
pausa” en 2018 por decisión del gobierno de Xi
Jinping, el líder con mayor tiempo en el cargo de
secretario general del Comité Central del Partido
Comunista de su país, resalta Luis Angarita,
profesor venezolano en relaciones y economía
internacionales.
Venezuela es un ejemplo. China, en lugar de
otorgarle nuevos préstamos o de entrar en un proceso
de renegociación de su deuda, apostó por un proceso
de “esperar y ver” que la nación suramericana
honrara sus pagos por los millonarios préstamos,
explica.
El año 2018 se cuenta entre los de menor
otorgamiento de créditos a Latinoamérica, con
aproximadamente 7.700 millones de dólares en
préstamos a gobiernos y empresas estatales, de
acuerdo con la investigación de Diálogo
Interamericano. Junto al año anterior, significó la
época de “caída relativa” de las entregas
financieras de bancos chinos a la región.
En los años subsiguientes, los efectos de la
pandemia por COVID-19 en la economía mundial y la
guerra en Ucrania terminaron de ralentizar el flujo
del financiamiento chino a América Latina, indica el
especialista en relaciones internacionales, Luis
Peche Arteaga.
Ello no redundó en la pérdida de su influencia, sin
embargo. A su juicio, China sigue ejecutando a la
perfección una estrategia conocida como “poder
blando”.
“Es utilizar las herramientas económicas como una
forma de influenciar la política exterior de otros
países. Cuando este actor hegemónico necesite el
retorno de los favores políticos a nivel
internacional, es mucho más probables que estos
países sigan apoyando porque, de lo contrario,
podrían perder esos beneficios”, advierte en
conversación con la VOA.
Una evidencia de esa influencia y cercanía de China
con Latinoamérica quizás sea la presencia a
principios de febrero de un globo aerostático del
gobierno de Jinping en el espacio aéreo de países de
la región, como Costa Rica, China y Colombia.
Mientras Estados Unidos derribó con su fuerza aérea
un artefacto similar que surcó sus cielos días
antes, el resto de la región ni reaccionó
diplomáticamente. Venezuela, en cambio, acusó a
Washington de haber actuado sin “seriedad” ni
“responsabilidad”.
Una ruta más radical
Angarita, por su lado, cree que China ha apostado en
tiempos recientes más por tener una presencia
comercial y tecnológica en la región. Arellano,
asimismo, comenta cómo China desarrolló lo que llama
“la diplomacia hábil de las mascarillas y las
vacunas”, dotando de ellas a muchos países miembro
de su cartera financiera en la pandemia por COVID-19.
Estos últimos años han significado “una ruptura de
la habilidad y la inteligencia” para dar paso a una
política exterior “más agresiva” del gobierno de
Jinping, advierte Arellano.
Con la convicción de sentirse “potencia” y su
penetración en el tercer mundo mediante la expansión
de la red comercial y financiera conocida como “la
Ruta de la Seda”, China ha asumido posturas “más
duras y radicales” en asuntos internacionales, como
la soberanía de Hong Kong, los conflictos
fronterizos con India y su tendencia militarista,
explica.
Apenas días antes de la guerra en Ucrania, en enero
del año pasado, el presidente chino firmó una
declaración junto a su homólogo de Rusia, Vladimir
Putin, contra el pacto occidental de seguridad y
acusaron a la OTÁN de adoptar una ideología de la
Guerra Fría.
Las posturas cercanas a Putin en cuanto al conflicto
en Ucrania traen “una situación un poco más compleja
y crítica” para China en los últimos tiempos, según
Arellano.
“Ya los inversionistas no se sienten tan seguros ni
confiados en ese mercado. Como la fábrica del mundo
se cuestiona, los inversionistas buscan cadenas más
pequeñas en vez de estar más cerca del gran mercado,
como Vietnam, Indonesia y México”, señala.
Ya no se habla tanto de acuerdos comerciales, como
el pacto de inversiones entre China y la Unión
Europea. Resuenan más las noticias como la posible
venta de armas por parte de Jinping a Putin o la
opacidad de su Estado ante la investigación sobre el
COVID-19.
“El tercer mundo entiende que la relación con China
tiene un trasfondo autoritario y que hay que poner
límites y controles, sin que signifique ruptura de
relaciones”, opina Arellano.
¡Conéctate e Infórmate con Veracidad Informativa! Suscríbete a nuestro canal de YouTube y activa las notificaciones; o bien, síguenos en redes sociales: Facebook y Twitter.
¡Tú opinión es muy importante para nosotros! |
|