Otra respuesta en San Pedro de Macorís a las tropas interventoras del 1916
Por: Ramón Perdomo
SAN PEDRO DE MACORÍS, R.D.
(VIPRENSA).- Para la gran
mayoría de los historiadores, los hechos más relevantes en contra de las
tropas interventoras estadounidenses de 1916-1924 en San Pedro de
Macorís, fueron el ataque a tiros a un oficial de esas tropas en el
puerto local, de manos del luchador antiimperialista Gregorio Urbano
Gilbert, así como la formación de grupos de resistencia a los que
calificaron “Gavilleros”. Pues no, otro hecho de importancia lo
protagonizó en contra de esa fuerza interventora un miembro de la clase
alta de esta ciudad. Siendo un hecho sin precedente en otro pueblo del
país. Vamos a ver.
El 10 de noviembre se cumple uno de los actos de patriotismo más
significantes en tiempos de la ocupación norteamericana 1916-1924, y ese
hecho, en el que se repudió valientemente las tropas invasoras tuvo su
origen en San Pedro de Macorís, el 10 de noviembre de 1921, en el que
terminó golpeado un oficial de los marines estadounidenses junto a
varios ciudadanos de esta localidad.
Pues es de poco conocido, que el distinguido munícipe industrial
Santiago A. Ricart Lamarche (Don Bebé), siendo uno de los más
prominentes hombres de negocio y quien dejó a sus familiares una de las
industrias de pastas alimenticias más importante del país, enfrentó con
patriotismo un atropello del que fue objeto por una tropa de la armada
americana, cuando éste siendo del cuerpo de oficiales de los bomberos
locales, al momento de sofocar un incendio fue ultrajado por un coronel
de apellido Harrlle.
Relatan algunos, incluyendo Doña América Bermúdez en su Manual de
Historia de San Pedro de Macorís, que en la madrugada del 10 de
noviembre de 1921 (ella dice solo 1922, pág. 54), se produjo un incendio
en una casa próximo a una gasolinera ubicada en la general Cabral, entre
la 27 de Febrero y la hoy Avenida Independencia, frente al parque Duarte
próximo al negocio conocido como El Piano. Los bomberos comandados por
el reconocido industrial y comerciante Santiago A. Ricart Lamarche,
quien ostentaba el cargo de subjefe, se presentaron a sofocar el fuego,
y en medio de la jornada se apareció un oficial de las tropas
interventoras apellidado Harrlle interrumpiendo la labor de los miembros
de la brigada bomberil, provocándose un enfrentamiento entre el señor
Ricart Lamarche y el susodicho oficial interventor, de quien se dice que
estaba borracho.
Sin dejarse amedrentar Ricart Lamarche, pese al atropello físico, ordenó
a los bomberos presentes continuar con la labor de sofocamiento del
incendio lo que pudo lograr, y ya de regreso al Cuartel de la
institución de servicio ubicado en la calle Duarte donde hoy se
encuentra aún, hasta allí fue el oficial con sus subalternos con el fin
de seguir ultrajando al destacado hombre de negocio y munícipe
benemérito: “…al regresar al Parque de Bomberos, de nuevo se encontraron
con el Sargento Hoppe (en las actas de la sala capitular de la época
dice Coronel William C. Harrlle, paréntesis R.P.), quien presentaba
todos los signos y síntomas de una embriaguez alcohólica, golpeando a un
grupo de bomberos, lo que provocó la indignación del pueblo, que acudió
en defensa de estos…”; así describe en su libro doña América Bermúdez
parte de este incidente que culminó en una respuesta de tipo patriótica
por parte del señor Ricart Lamarche.
Según el acta levantada ese mismo día (lunes) en horas de la tarde
(5:40) en la Sala Capitular de la Sultana del Este, de la que era
presidente don Santiago (Bebé) Ricart, como se le conocía popularmente,
éste no estuvo presente, porque envió una comunicación en la que
expresaba su repudio e indignación a la actitud de las tropas invasoras,
presentando su renuncia irrevocable ante ese organismo municipal, lo que
inició una cadena de manifestaciones y actos en contra de las tropas
interventoras.
En medio de algunas discusiones entre los ediles presentes en esa
sesión; don José Armenteros, quien pasó a presidir el organismo, propuso
formar una comisión para hablar con el señor Ricart Lamarche, con el fin
de que desistiera de la renuncia, a lo que el regidor M. V. Feliú se
opuso, ya que el ofendido fue el presidente de la Sala Capitular, por lo
que en medio de los debates el síndico de turno don Jaime Vidal propuso
se formara una comisión pero, para visitar la Secretaria de Estado de lo
Interior y Policía y expresar el repudio a dicho ultraje y solicitar
también una excusa pública del coronel de marra que protagonizó el
hecho, propuesta que fue acogida por los regidores y así aprobada.
Para el 21 de noviembre del mismo 1921, el primer Jefe del Cuerpo de
Bomberos señor Rolando Martínez informaba ante la Sala Capitular, que la
oficialidad de esa institución, “reunida el 11 del mes corriente,
resolvió a unanimidad de votos hacer pasivamente suyo el ultraje
recibido por uno de sus miembros beneméritos” y disolver esa
institución, por lo que solicitaba a los regidores se formara una
comisión para que recibieran los muebles e inmuebles de la misma, esto
en respaldo a la posición asumida por el señor Santiago Ricart, a
consecuencia del atropello de que fue objeto por parte de la patrulla
militar estadounidense. Por lo que San Pedro de Macorís, a partir de ese
momento quedaba sin Cuerpo de Bomberos, esta actitud de los hombres del
hacha y la manguera, dio ribetes de solidaridad colectiva, aunque
previamente en el incidente con los marines en el Cuartel de la
institución dice doña América: “lo que provocó indignación en el pueblo,
que acudió en defensa de estos(los bomberos, nota R.P.); resultando
varios heridos y siendo rudamente golpeado y apresado el joven Federico
Olmo (Nene), quien tuvo la osadía de abofetear al estúpido sargento”,
(pág. 55).
Al hacerse la comunicación al Secretario de Interior y Policía por parte
del ayuntamiento, éste respondió solicitando mayores detalles del hecho,
en lo que fue complacido y se hizo una nueva comunicación dando los
detalles del atropello; fue cuando la Sala Capitular de Puerto Plata,
envió una carta resolución dando respaldo a la actitud asumida por el
distinguido munícipe; en esos días las relaciones entre la Gobernación y
el ayuntamiento entraron también en un distanciamiento, mientras que la
tercera ciudad de importancia continuaba sin un Cuerpo de Bomberos, pese
a las presiones e intimidaciones que hacían los militares interventores
para restituir dicha institución, llegando a plantear inclusive que la
labor de bomberos las realizaran agentes de la Policía Municipal y luego
a los de la Policía Nacional Dominicana, propuestas que no dieron
resultados.
A partir de ese acto de brutalidad e irrespeto a un honorable munícipe
de San Pedro de Macorís, por parte de las tropas interventoras, al
parecer se desató una gran discordia en la ciudad, porque ya para las
próximas sesiones, el señor José Armenteros no aparecía en las actas
como presidente en funciones de la Sala Capitular, y aunque no se tienen
detalles de las razones, sí se sabe que fue en ese período que este
“renunció irrevocablemente”, sabiéndose más tarde también la renuncia
del Síndico Jaime Vidal, de quien tampoco se supo las razones, pero la
situación era confusa en el ayuntamiento, para los primeros meses de
1922.
Pasaron los días, y ni la alta oficialidad militar estadounidense, ni el
Secretaria de Interior y Policía daban una respuesta satisfactoria no
solo al señor Santiago A. Ricart L., sino al pueblo de San Pedro de
Macorís que le dio el respaldo y según relata doña América en su Manual
de Historia de San Pedro de Macorís, la indignación fue tan firme y
responsable, que el Cuerpo de Bomberos Civiles no fue agrupado jamás
hasta días después del retiro de las tropas americanas de la patria de
Duarte en el año 1924. Dándose en esta ciudad, La Sultana del Este, una
muestra más de patriotismo frente al ejército invasor de la hoy mayor
potencia del mundo.
Ramón Perdomo es periodista, poeta y escritor