Centenario de Víctor Villegas (4 de 4)

Por: Simeón Arredondo  | 17 de octubre 2024


Víctor Villegas


Con esta entrega concluye mi humilde homenaje a Víctor Villegas con motivo del centenario de su nacimiento.

Destacamos que, aunque la historiografía y la crítica de la literatura dominicana colocan a Víctor Villegas en la Generación del 48, no es hasta 1977 cuando aparece su primera publicación (al menos en formato libro), a la que le siguieron muchas más hasta adentrada la primera década del presente siglo, destacándose la calidad de sus textos, que lo hizo merecedor del Premio Nacional de Literatura en el año 2000.

Entre sus libros publicados se encuentran Diálogos con Simeón; Charlote Amalie; Pedro René Contín Aybar, selección y prólogo de su poesía; Antología de poetas petromacorisanos; Juan Criollo y otras antielegías; Botella en el mar; Cosmos; Poco tiempo después; La luz en el regreso, antología; Ahora no es ahora; Antonio Fernández Spencer, poeta y humanista, ensayos críticos; Jamás; Muerte herida; Poética y presencia de Pablo Neruda en la República Dominicana; y La muerte al borde de la muerte.

A continuación, reproduzco la segunda parte del ensayo “El tema de la muerte en la poesía de Víctor Villegas”, contenido en mi libro “De Gastón Fernando Deligne a Pedro Mir y otros ensayos” (Santo Domingo, Editora Santuario, 2013).

El tema de la muerte en la poesía de Víctor Villegas 2

No sólo en los primeros textos de Villegas aparece reflejado de manera notable el tema de la muerte. En “Ahora no es ahora”, por ejemplo, el autor juega con las palabras; introduce el tema e invierte los tiempos dándole condición de pasado (o de un lugar) al futuro: “…hay una orden de energía global/ para que la tecnología sea/ el hombre/ la informática sea el hijo y así todos/ lleguemos muertos del futuro”. En esa misma publicación continúa filosofando sobre la muerte en los poemas titulados “Si hacia adentro llueven siempre” y “Si no es posible estar entre los otros”. Veamos:

“Si hacia adentro llueven siempre
las lágrimas que vierto
y desde mí –idólatra escalera- al fondo va la imagen
que sólo yo conozco
aquel que está tan lejos ¿cómo sabe
quién soy?
Las palabras que pienso
él las pronuncia
adelante en las puertas mis indecisos viajes
si apenas muero un poco, viviéndome
en su espacio muere menos
lo que inmóvil recorro en él es su reposo
habiendo huido.
De quién son esos pasos, de dónde vienen
y hacia dónde van?”

“(…)
Si no es posible estar entre los otros
contenerlos o amarlos
no sé hacia dónde voy o si decido al fin
regresar de la muerte”.

La muerte se convierte en interlocutora del poeta en “Muerte Herida”: “Nada es más triste que la lluvia/ cuando duerme. La tocaste/ en la espalda. / Eres temprano en el pasado, mañana/ eres también muy tarde”.

A lo largo de este libro el autor conversa con la muerte. Aunque en ocasiones parece dirigirse a su esposa fallecida, o quizás a otro ente. “Si en mi entierro me/ escucho buscando la/ camisa.” Los procedimientos médicos y la aplicación de medicamentos están presentes en sus conversaciones. “En verdad eres mi/ límite, a la primera/ impresión con pastillas/ te ocultas”. “…Y que las/ batas blancas, en el/ cuello/ y en su entorno el bisturí/ la jeringuilla/ cínicos tranquilizantes/ y antibióticos, sonreían/ en sus mismos sitios a los/ puentes, y en fin, esqueletos/ no son/ sino recién nacidos los rieles/ que en nuestros/ vientres se desplazan”.

Como Freddy Gatón Arce en “Los Ríos Hacen Voca” cuando dice “…quiero, cuando sea, que nadie me toque./ Cada gusano de la muerte es mío./ Que nadie intente separarme de ellos/ ni de ella”, así Víctor Villegas, que está consciente de que “el viaje es único”, asume una actitud valiente, y si se quiere desafiante frente a lo que sabe será el final de su vida.

“Decido en tu presencia
empujar los océanos de un
lugar a otro y oír del
pez su último
reclamo. (…)”

“…he de
morir para saber quien
soy. Únicamente así sabré
quien eres”.

Y como muestra de lo que acabamos de afirmar, el texto finaliza con unos versos que lejos de rechazarla, cuestionan la muerte.

“En verdad ya yo estoy
muerto y no te entiendo:
¿Si morimos la muerte
de qué manera entonces
moriremos?”

Pero a pesar de los diferentes encuentros poéticos y filosóficos de Víctor Villegas con la muerte, en varias de sus obras no faltan las inspiraciones en las que de una forma u otra el poeta se aferra a la vida, como se lee en la página 56 de la tercera edición de “Diálogos con Simeón”.

“Oh amigo de mi entraña, ¿Quién
si no yo está más dentro de la vida?”

En “Jamás”, al igual que en otros de sus poemarios, Villegas a menudo da vida a personajes de la antigüedad. “…Desde la mecedora Fidias/ contempla a Ilión”. “…Para que Dánao no muera/ entre los muertos.” Y hace referencia a muertos y a muerte en reiteradas ocasiones. “…Pero hacia otros/ orbes clama el muerto…” “…el agua es un inalcanzable anillo/ ausencia de un muerto, un solo muerto…” “Se producían conmociones/ como el muerto en las comisarías.” “…los dos inviernos en un/ mismo año no fueron suficientes/ para su sola muerte,…” “…Oigo bajo mis pies/ al muerto más anciano…”

En la misma obra Víctor Villegas hace un reclamo en torno a su propia muerte. “…y que no muera en mí/ mi muerte aunque vida de mí más vida no se diese…” Lo mismo ocurre en “La muerte al borde de la muerte”.

“Nunca pensé que por
los dientes cruzara
mi esqueleto…

(…) Pero ¿Por qué asistir a mi otro
entierro si antes ya lo he hecho
tantas veces?...”

En “La muerte al borde de la muerte”, el autor además trata otros aspectos muy interesantes. Uno de ellos es los escenarios que crea trayendo personalidades de la muerte a encuentros en los que él mismo está presente.

“Me encontré con Walt Whitman en la
calle El conde, sus zapatos azules, el
ojo negro junto al blanco, llegó
desde la esquina Edgar Allan Poe, cerca
de él Bretón y Hemingway, si era
de día o un largo pozo de
cansancio, no lo recuerdo…”

Charlotte Amalie, una de las primeras publicaciones de Víctor Villegas, también exhibe de manera notable el tema de la muerte en su contenido. Hay incluso un poema titulado “Elegía a la muerte”, donde Villegas sin temores y sin tapujos conversa francamente con la muerte. Aquí la elogia y le atribuye una serie de cualidades positivas como si se tratara de una fémina a la que el poeta le canta versos con la mejor de las intenciones.

“Eres desde mañana y desde siempre has
sido simple, hermosa muerte,
solo y delicado pétalo atrapado en las
aguas de todas las riberas.
Cuerpo de espuma, itinerante alondra eres
en los pasillos del deseo,
si se te desea, multitud de caminos,
jubiloso retorno,
cálido vuelo de secretas palomas”.

Como se ve, el tema de la muerte tratado con profesionalidad, decencia y delicadeza, con un alto sentir poético y con creatividad extrema, está presente en toda la obra poética conocida de Víctor Villegas. Como Neruda cuando afirma “Yo vengo a hablar por vuestra boca muerta”, Villegas ha hablado por muchas bocas calladas, por muchas bocas humilladas, por muchas bocas muertas.
 
 

 

 

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