Amor y dolor en “Versos de crystal” de Luz Dalis Acosta
Por Simeón Arredondo
Publicado el 8 de diciembre de 2024.
Poeta y escritor
dominicano residente en España
simeonarredondo@gmail.com
En el año 2002 por
primera vez una mujer ganó el Premio Nacional de Literatura en
la República Dominicana, después de más de una década de la
entrega del más alto Galardón a las letras en el país. La
destacada narradora Hilma Contreras fue la premiada en esa
ocasión. Sólo hubo que esperar cuatro años para ver a otra dama
coronarse con el mismo reconocimiento, pues en el año 2006,
María Ugarte, periodista, historiadora y académica de gran
connotación se alzaba con el mismo. En años posteriores lo
ganaron las no menos importantes escritoras Jeannette Miller,
Ángela Hernández y Soledad Álvarez.
Del mismo modo, en varios momentos distinguidas escritoras han
sido reconocidas con los Premios Anuales de Literatura en sus
distintitas categorías. Los casos más recientes son los de Sally
Rodríguez, Premio Nacional de Poesía 2024, y Virginia Read
Escobal, Premio Nacional de Literatura Infantil y Juvenil 2024.
Reflexiono en torno a este tema debido a que ha llegado a mis
manos el poemario “Versos de crystal”, de la autoría de la
maestra y abogada Luz Dalis Acosta, publicado en el año 2010, y
me arriba a la mente el hecho de que afortunadamente, nuestras
mujeres han avanzado en la participación y en el reconocimiento
del quehacer literario a nivel nacional. Ojalá ganen más premios
y avancen más. Creo que en ese sentido vamos a un ritmo
considerable con relación a como era antes.
Sobre el libro de Acosta debo decir, que viene a respaldar la
labor de ese grupo de mujeres que a lo largo de la historia de
la literatura dominicana ha dicho presente levantando la voz y
aportando con su pluma a su desarrollo y crecimiento en cada uno
de los diferentes géneros. Desde Salomé Ureña de Henríquez,
pasando por Carmen Natalia Martínez y Aida Cartagena Portalatín,
hasta las supra citadas galardonadas y las demás integrantes de
las respectivas generaciones que ellas representan, nuestras
damas han venido haciendo una literatura digna de
reconocimiento.
No es una excepción el caso de la poeta Luz Dalis Acosta, quien
con unos versos cortos y sencillos explora de una manera muy
particular temas como el amor y el dolor. Mismos que han sido y
serán tratados y manoseados por todos los poetas a lo largo de
la historia de la humanidad, pero que cada uno lo hace a su
manera y con su sello personal.
El poema “Nostalgia lírica”, que introduce el libro, nos marca,
no sólo los temas que estarán presentes en todos los siguientes,
sino también el rumbo que seguirán en lo que respecta a su ritmo
y a su musicalidad.
Tengo…
un verso herido
bañado de nostalgia
fragmentado de sueños
tejido de cristal
bordado en el jardín
de mi tristeza
con hilos
de metáforas.
Verso
Mustio
donde gravita
el llanto
ajado por
el tiempo
rosas blancas
de mi último
rosal.
Mientras nos adentramos en el poemario descubrimos que la autora
trata con esmerada delicadeza unos temas universales en la vida,
y universales en la poesía. Y es que el amor y el dolor no sólo
son componentes intrínsecos de la existencia humana, sino que
también son piel y alma de la poesía. Luz Dalis Acosta lo sabe,
y lo manifiesta en una poesía tan objetivamente directa como
líricamente hermosa, con olor a la poética del gran José Ángel
Buesa.
“Tejí mi tristeza / con madejas de otoño”, declara en el poema
“Cascadas de ilusiones”, para continuar manifestando su
nostalgia por los “amaneceres sin mañana” que cobijan su alma
envuelta en “lágrimas / y notas / de recuerdos”.
En la segunda parte del libro brotan ante el lector su lamento y
su llanto por la muerte de su esposo. La muerte, ese fenómeno
que todos conocemos, esperamos y aceptamos como parte de la vida
misma, de hecho, es el final de ésta. Pero nunca deja de
sorprendernos, de dolernos, de conmovernos. Conmoción y dolor
que nuestra poeta expresa de la siguiente manera:
Sólo la muerte
no tiene medida;
es absoluta.
No tiene mañana
no tiene ayer.
Se conjuga en un tiempo
Infinito.
Su lenguaje es silencio,
ella es castigo y perdón
ella es todo…
ella es nada.
La profundidad y la belleza de los versos de esta poeta llevaron
al inmortal Víctor Villegas a afirmar que “sobre una
versificación rítmica y una esencia vital colocada en un
transformado romanticismo, si bien emocional, profundizado en la
interioridad espiritual y hasta filosófica, manifestado con
imágenes, especulaciones, sueños, luces sociales, patriotismo,
lamento antillano, esta poesía de variadas imágenes conducen
mediante sensaciones a un concepto unificado de la existencia
humana”. Así es la poesía de Luz Dalis Acosta, dulce y
profundamente humana.