viprensa.com.do - La República Dominicana tiene una población de
aproximadamente 10,448,499 personas de las cuales 5,320,668 son
mujeres, eso equivale a un 50.06% de la población nacional, según la
Oficina Nacional de Estadísticas (ONE).
Los asientos en las aulas universitarias están repletos de féminas,
los espacios laborales también, sin embargo, estas variables no
parecen ser lo suficientes fuertes para producir cambios sociales
que le permita a ese segmento alcanzar niveles de desarrollo
sociales en igualdad.
Si las mujeres son más en población, más en las aulas y más en los
puestos de trabajo ¿Por qué será que aún persisten altos niveles de
desigualdad?
Entendemos en ese tenor, que es necesario derribar las barreras y
los estereotipos sexistas que limitan a las mujeres para el acceso a
más oportunidades y disfrute de derechos. Los gobiernos surgidos
bajo la sombrilla de la democracia están obligados a reconocer los
aportes de mujeres y hombres en igualdad de condiciones y
oportunidades, para una mayor equidad.
Consideramos que son multifactoriales las causas que restringen el
avance social de las mujeres, por solo citar unas cuantas: Se dice
que no tienen agendas ni propuestas políticas con miras a alcanzar
el poder (que es donde se toman las decisiones), sienten desafección
por los temas relacionados con la economía y la política. El
ejercicio del poder no es un fin en las aspiraciones de las mujeres
y evidentemente poca sororidad con su género.
La solidaridad entre las mujeres va más allá de la amistad, es una
conexión que la trasciende; es la hermandad, el apoyo y la confianza.
La sororidad es el sello de identidad, este sentimiento tiene la
magia de hacer que las mujeres no se sientan solas en sus luchas.
Con esto deseo decir, que las mujeres deben asumir compromisos con
su género y acompañarlas a desarrollar las agendas políticas; en
ocasiones se pueden distinguir a mujeres sumadas a proyectos de
hombres cuando tienen frente a sus narices a mujeres con carreras,
capacidades y condiciones para acceder a puestos públicos y privados
y ser partícipe de las grandes decisiones.
Un elemento para considerar es que, para las mujeres llegar a
materializar sus objetivos, deben participar e integrarse más en los
procesos transformadores de la sociedad, y así alcanzar niveles de
desarrollo con justicia e igualdad. Cambios que serán posibles
cuando ellas dejen de ver a sus compañeras como rivales o
contendoras, conducta perjudicial que no suma a la causa final, que
es ser parte de del diseño de una sociedad inclusiva.
Esa rivalidad ha sido incentivada precisamente por el patriarcado,
por lo que es necesario reivindicar la complicidad femenina, pero no
como un fin en sí mismo, sino para lograr objetivos de cambios
sociales que contribuyan con una sociedad de más iguales ¡para
lograrlo es necesario que el silencio y la indiferencia entre
mujeres desaparezca ya!
La autora es abogada y periodista
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