VERACIDAD INFORMATIVA-SPM, R.D.- Probablemente la corrupción
nace en la misma naturaleza del ser humano, en sus pasiones por la
ambición, la codicia y la avaricia. La ambición y la avaricia que
conforman un conjunto de vicios. La corrupción es como un cáncer que
carcome a las sociedades en todo el mundo, perjudicando a los
sectores de la ciudadanía más vulnerables porque se nutre de dineros
públicos que en principio no deben ser mal utilizados. Es como una
enfermedad moral asociada a un gusto obsesivo por el dinero.
Tomemos como ejemplo el caso Odebrecht en Latinoamérica, que implica
complicidad entre funcionarios públicos y compañías privadas que se
pusieron de acuerdo para pagar o recibir sobornos, inflando los
precios de las contrataciones públicas perjudicando a los ciudadanos,
que al final son los propietarios de ese capital/patrimonio. Ese
caso ha significado inclusive la caída de presidentes, en países
como Brasil y Perú. Muchos otros altos funcionarios en varios países
latinoamericanos han sido acusados o investigados por ese caso en
particular, así como muchos empresarios corruptos que se prestaron
para apadrinar estas actividades en franco deterioro de la
colectividad.
Pero más que la enfermedad de la corrupción, que en algunos países
es combatida eficazmente y en otros no, los orígenes de la
corrupción. ¿Por qué nace la corrupción y, sobre todo, por qué se
propaga? Probablemente nace en la misma naturaleza del ser humano,
en sus ímpetus. La codicia, la ambición y la avaricia, que forman
parte del coctel de vicios tendencias impetuosas que tiene el
individuo para buscar lo que desea. Constituyen antivalores, que
forman parte de los pecados capitales y como todas las pasiones, nos
mueven a desenfrenos que perjudican a la colectividad. La pasión por
el dinero o por el poder permea todo tipo de sentimientos existente.
Por eso para cumplir con el dogma hay que abrazar el desprendimiento,
la obstinación por acumular dinero, poseer cosas materiales. Es
decir, estimular el desapego material, y fomentar la forma de lidiar
con las bajas pasiones.
Si bien no podemos luchar contra la naturaleza humana, sí podemos
luchar contra el origen de la corrupción minimizando la
discrecionalidad del funcionario público. A ver, si las decisiones
que toma un funcionario se limitan a seguir un reglamento claro e
inequívoco que no permita interpretaciones, entonces no hay
necesidad de sobornos o complicidades con nadie. Allí está el origen
de la corrupción. En la discrecionalidad del funcionario público.
Ese es el momento de pedir u ofrecer dinero a cambio de algún favor.
Aun cuando la corrupción parece ser un fenómeno que se desarrolla
actualmente en las sociedades de nuestros días, la realidad es que
las prácticas de carácter infecto son un problema inherente al ser
humano y a la vida que este desarrolla en sociedad, por ello parece
lógico que la corrupción haya estado ligada al hombre desde el
surgimiento de las primeras sociedades.
Por tanto, no debe resultar extraño que, hace unos cinco mil años,
el propio Código de Hammurabi ya tipificase conductas corruptas de
ciudadanos que ostentaran el cargo de juez. hoy día se encuadrarían
en tipos penales cercanos a la prevaricación, el cohecho o el
tráfico de influencias. Oh impunidad.
Posteriormente, durante el Antiguo Egipto también se produjeron
prácticas consideradas como corruptas, de ahí que hayan aparecido
vestigios y normas en los que se alude a la corrupción. Sin embargo,
el período de la Antigüedad en el que más medidas de lucha contra la
corrupción se tomaron fue en el de la Grecia clásica, ante la
aparición constante de algunos escándalos por dicho fenómeno. Además,
esta preocupación vino de la mano de las tesis defendidas por Platón
y por su discípulo Aristóteles, los cuales le dieron una importancia
vital a la educación de los individuos desde su infancia, y a la
fijación de instituciones de control de la administración
gubernativa y de las funciones desarrolladas por los ciudadanos que
ostentaban el poder, reprochando la utilización de su imagen
proyectada para lograr objetivos individuales y/o particulares.
No obstante, a partir del surgimiento del dominio de Roma la
corrupción se instauró en el sistema social como modo de vida, y
aunque hubo algunos emperadores que se caracterizaron por la mesura
y la aplicación práctica de una filosofía insensible incluso
mediante la promulgación de algunas leyes anticorrupción, esa no fue
la tónica dominante. Por ello no debe extrañar que un vasto imperio
como el Romano cediera ante las invasiones de tribus menores, toda
vez que la corrupción logró degenerar la totalidad de las
instituciones romanas.
La base de la democracia no es solo la libertad política, sino la
justicia. Para lograr equidad y prosperidad, se requiere paciencia,
sacrificio, trabajo y honestidad. Los beneficios no surgen de la
nada, hay ganarlos. La democracia se está desprestigiando por la
corrupción sistemática, debido a que faltan líderes políticos con
conceptos éticos claros dentro de la libertad que ofrece el sistema.
De ahí la tremenda desconfianza de la población en los aspirantes a
cargos electivos, claro está con ligeras excepciones.
El aumento del costo de la vida y la pobreza, el desempleo y los
problemas económicos y de seguridad ciudadana, más otras
dificultades existentes que cada gobierno ha prometido resolver, sin
resultados están menguando el espíritu y la moral ciudadana y
desprestigiando la función pública. Las personas elegidas para
ayudar a gobernar no deben ser los amigos o los contribuyentes
financieros, sino quienes tengan experiencia e ideas claras de cómo
gobernar y estén mejor capacitados para hacer realidad los cambios
que el país necesita. Pero, sobre todo, deben ser de honestidad
probada, o los ciudadanos desde el principio desconfiarán de que el
país pueda salir adelante. Los grandes retos actuales y por venir
solo será posible enfrentarlos con el apoyo del pueblo y no contra
él, pero, para ganarse su confianza, hay que actuar en forma
transparente.
Fuentes: Diversas
Los orígenes históricos de la corrupción (1-2)
Por: Lic. Julio César
Concepción Rodríguez, MBA.
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