Roberto Furcal.
Le comunicamos a nuestro amigo, Esteban del Rosario, director
administrativo del Ministerio de Educación, que somos uno de los
abanderados de la gestión que está desarrollando el profesor Roberto
Fulcar, y es porque tenemos la fe que la escuela recuperará su
mística y vocación por la enseñanza.
Cuando escuchamos al profesor Roberto Fulcar hablar de los retos de
la escuela dominicana, de inmediato nos damos cuenta de que estamos
frente a un hombre de la patria, quien más que comprometido, está
matrimoniado con la educación, el avance y el progreso de la
república.
Para este ministro la educación es una de las columnas que sostienen
el desarrollo de nuestra nación, por eso es que le tengo confianza a
la labor que está desarrollado desde su ministerio.
Roberto Furcal, más que político, es un maestro que proviene de las
aulas, por lo que conoce a la perfección la problemática de los
centros educativos.
Padres, tutores y muchos de nuestros docentes han olvidado que los
planteles escolares son los auténticos lugares de amor, educación y
tolerancia, donde nuestros hijos e hijas van a formarse y no
espacios para la violencia y contienda.
Soy también de los que entienden que ahora es el cambio, la hora
precisa y el momento perfecto para la entrega, la abnegación y el
amor por la escuela. Es propicia la ocasión para que volvamos a la
moral y a la cívica, para cuando nos asomemos a un salón de clase
los educandos vuelvan a recibirnos de pie. Lo decimos con dejo de
dolor, que en la escuela no se está cantando correctamente el Himno
Nacional de la República compuesto por Emilio Prud’Homme y el
Maestro José Reyes en 1883 y mucho menos se declaman poemas
dedicados a nuestros patriotas.
Ya no se escuchan los himnos a Duarte, a Sánchez, a Mella, a la
escuela y a nuestra bandera.
En muchos centros no hay altos parlantes para las autoridades de los
planteles hablarle a la comunidad educativa en un momento
determinado; tampoco hay cámaras de seguridad que sirvan de control
ante cualquier evento que se presente y mucho menos una policía
escolar eficiente, eficaz y capaz de intervenir ante cualquier
problema que se suscite en el centro.
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